Me acaba de contar una alumna que hay una mujer en Andalucía que ha "intentado" copiar mi curso de tarot y venderlo a unas incautas.
El procedimiento ha sido el siguiente, ha visto que siempre uso el tarot Morgan Greer, que no es ningún secreto porque lo he dicho en YouTube 1.000 veces, y que hago a mis alumnas dormir con las cartas, tampoco es ningún secreto porque también lo he dicho en YouTube, en la review del Wild Unknown, y ella lo ha copiado.
Como no ha encontrado ningún libro de "explicaciones" del Morgan Greer (no existe) se ha hecho con una copia barata y de mala calidad en español, y pretendía dar un curso de dos días para enseñar tarot... DOS DÍAS.
Que se sepa la cosa no ha ido más allá, porque mi curso no se puede copiar :) Verás, yo no enseño a las alumnas mis "significados secretos" del tarot. Tampoco las enseño ningún truco mágico para aprender. Abro para ellas sus centros psíquicos, y las acompaño en el viaje misterioso, maravilloso, lleno de emociones del descubrimiento de que ellas, en realidad, ¡YA SABÍAN INTERPRETAR EL TAROT!
Durante 6 semanas las empujo, las enfado, las estreso, las pongo a prueba, se las hago pasar canutas... las animo, las quiero y las aprecio, las doy besos y abrazos virtuales. Estoy con ellas cuando llega el miedo, y cuando llegan las ganas de mandarlo todo a la mismísima mierda. Cuando salen las heridas sin curar, y cuando llega la negación. Estoy con ellas cuando llega la revelación final... cuando se dan cuenta de que ellas también podrán. Y no sabría decirte qué momento de todos éstos es más emotivo, más íntimo. De cuál de ellos me siento más privilegiada al poder estar allí con ellas. Es pura maravilla.
Así que no. Mi curso de tarot no se puede copiar. Da igual que alguien te ofrezca el Morgan Greer y te diga que te lo explicará. Como esa famosa tarotista televisiva que el invierno pasado mandó a dos de sus colaboradores en su gabinete a olisquear por mi perfil privado, y semanas después ella estaba haciendo lecturas con el Morgan Greer por la tele. Lecturas tan lamentables que los propios clientes que llamaban al canal se quejaban. Ella tampoco había entendido que el Morgan Greer no es especial porque no guarda ningún secreto... Que no se puede leer como el resto de los tarots... porque los guarda todos.
Tampoco yo tengo nada de especial. Sólo soy una bruja, una chamana, camino a través del Axis Mundi cada día. No fardo de hechizos, ni de libros, ni de ser super especial y diferente. Lo que yo hago lo puedes hacer tú. Y de eso fardo. De mis alumnas, valientes, especiales, arriesgadas. Diferentes. Yo sólo enseño a la gente a hacer lo que hago yo. Porque ese es el camino del chamán. Caminar entre mundos y traer del otro lado información... y enseñar a otros, a Los Despiertos, a hacerlo también.
Así que no. No puedes copiar mi curso de tarot. Porque para cada alumna es diferente. Aprenden a atravesar el velo, y yo enciendo una luz frente a ellas en su camino, para que no pierdan sus pasos y sepan volver. Cuando aprendas a hacer eso, y a tener la humildad para entender que no somos nadie, las Guardianas de las Llamas, entonces, tú también podrás enseñar. Si quieres, yo puedo encender esa luz para ti. Estoy para servir.
Claro que entonces, quizás conozcas el precio a pagar por ser lo que yo soy, y ya no te parezca una manera tan guay y tan fácil de hacer dinero y darte importancia. Ya no te parezca que ser diferente mola tanto. Pero no te preocupes, el tarot no guarda rencores. Él siempre estará allí para abrirse, como una flor.
El día que de verdad estés preparada.
¡Mucho Amor!
Maeve
El auténtico tarot Morgan Greer sólo está bajo impresión por la empresa norteamericana U.S. GAMES y lo podrás encontrar a la venta en Amazon. El auténtico curso para interpretar el Tarot Morgan Greer sólo lo podrás encontrar en Tribu Mamáluna, ahora solo en las membresías premium, y está registrado bajo las leyes de propiedad intelectual de la UE, con todos sus derechos reservados bajo copyright Maeve Madrigal 2016/2021.
Unos meses después de la publicación de esta entrada, una mujer se puso en contacto conmigo buscando entrar en mi curso de tarot. Como es mi costumbre, para evitar problemas pero sobre todo retrasos a la hora de dar las clases, la propuse pasar por un cuestionario previo, como hago con todos mis alumnos personales, para asegurarme primero de que tenía competencias digitales (saber manejar el ordenador, redes sociales, desenvolverse en el mundo digital), y segundo para saber si su interés por aprender era auténtico: Mucha gente piensa que quiere, pero cuando toca esforzarse y estudiar y practicar, pierden el interés. Esta mujer pasó el cuestionar sin problemas, y empezamos las clases con ella junto a dos alumnas más. Por aquel entonces, dábamos el curso en un grupo de Facebook cerrado, en directo. Una clase muy rápida, muy dinámica y, sobre todo, muy exigente a la hora de trabajar con los arcanos. Desde el primer día, esta mujer dio problemas, decía no saber manejar Facebook, no atendía las clases, no contestaba a las preguntas que la hacía, retrasaba a sus compañeras... ante la imposibilidad de comunicarme con ella en el grupo de Facebook, paré la clase y la llamé por teléfono. Sus intenciones entonces se hicieron claras. Me dijo que ella así no podía dar la clase, que lo único que sabía de internet era subir fotos al whatsapp, que no podía mantener una conversación en los comentarios de un post en Facebook (!) y que la diera "las respuestas" de mi curso, que ya se las estudiaba ella en casa. Las respuestas de mi curso. Para tenerlas ella.
Me negué. Habíamos firmado un contrato sobre cómo, cuándo y de qué manera dar el curso y había que atenerse a él. No sólo por mi, sino también por el sistema en el que enseñaba (que no da ningún tipo de "respuestas") y por sus compañeras. En las siguientes dos clases era imposible avanzar dos minutos seguidos. No solo no atendía, es que retrasaba el curso, se marchaba en medio de la clase a atender la puerta, decía que estaba buscando cosas en internet (!), decía que la repitiéramos la pregunta (que estaba escrita en el grupo). No era justo para sus compañeras, así que decidí invitarla a abandonarlo. Como quedaba explicado en el contrato, mi propuesta era devolver su inversión en consultas privadas de tarot conmigo. No era lo mismo, pero algo por supuesto podría aprender. Su respuesta a mi propuesta llegó al día siguiente, cuando me desperté para ver todas mis redes sociales empapeladas por mensajes de una supuesta hermana suya llamándome ladrona, estafadora y caradura. Llámame rara, pero sumé dos más dos y me dio ladrona de cursos de tarot a la que la jugada no la sale bien. Desde entonces, me he puesto en contacto con ella cuatro veces, la he ofrecido todo tipo de arreglos, incluso volver a darla el curso, esta vez ella sola de manera individual, pero su respuesta ha sido siempre la misma. O la devuelvo el importe total del curso, a pesar de haber dado tres clases y del acuerdo contractual establecido antes de empezar el curso, o "seguirá pidiendo lo que es suyo por redes sociales". Vamos, lo que se conoce por una extorsión de toda la vida.
Te cuento todo esto porque quiero que sepas que, en mi negocio, esto es lo habitual. No soy yo sola ni estos son casos únicos. Todos los tarotistas y divulgadores espirituales nos las tenemos que ver con este tipo de personas, con este tipo de conflictos y con este tipo de abusos: personas que siguen empeñadas en que el tarot es una manera "fácil" de hacer dinero y que el conocimiento es intercambiable. Y la respuesta de los ladrones y embusteros cuando no se salen con la suya es siempre la misma. Que los tarotistas somos unos estafadores. Antes de meterte en este mundillo, ten las ideas muy claras y los ojos muy abiertos. La cara oscura de dedicar tu vida a ayudar espiritualmente a los demás, es vértelas cada día con las personas más alejadas de la vida espiritual que hay en este mundo. Ahora, escucha versiones, observa comportamientos y saca tus propias conclusiones. Y puedes seguir mi curso de tarot en las membresías premium cada mes y decidir por ti mismo si tanto jaleo merece realmente la pena. Porque los hechos se demuestran andando, y no dando gritos en redes sociales.
Mucho Amor,
Maeve