EL EQUINOCCIO DE PRIMAVERA Y LA SALIDA DEL INFRAMUNDO
- Fuen Murcia
- 20 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Como parte de su trabajo personal, los patrones de La Tribu en Patreon están escribiendo una serie de artículos sobre La Rueda del Año como una manera de acercarse a las celebraciones paganas desde una perspectiva más histórica. Los patrones siguen trabajando en su proyecto hasta completar La Rueda, y han querido compartir con toda La Tribu sus aportaciones. Esta es la de Fuen Murcia sobre el equinoccio de primavera y la diosa Hécate.

Lo que veis arriba es una vasija griega del siglo V de la zona ateniense. ¿Quiénes son estos personajes? Pues bien, a nuestra derecha vemos a una mujer que porta un cetro, que no es otra que Demeter, la Diosa y Gran Señora de la Tierra Fértil, la que nos da de comer y sustento. En el otro extremo, una mujer más joven que porta una corona está saliendo de una grieta del suelo. Ella es Perséfone, que aquí aparece como Reina del Inframundo, y va al encuentro de su madre. Pero no va sola, está acompañada por Hermes, el Dios Mensajero y Guía de las Almas de los Difuntos, y por Hécate, la Gran Diosa que anda entre los Mundos, sosteniendo dos antorchas y abriéndole paso.
Todos conocemos la historia de Perséfone. Hija de Demeter y Zeus, fue raptada por Hades y llevada al Inframundo. Cuando su madre reclamó al resto de los dioses que la rescataran, Zeus mandó a Hermes para liberarla, pero ella había comido unos granos de granada (símbolo de la fertilidad), lo cual la ataba al mundo de los muertos. Finalmente, se acordó que pasaría la mitad del año con su esposo Hades y la otra mitad con su madre. Así explicaban nuestros amigos los griegos el origen de las estaciones. Pero, hay una lectura mucho más profunda.
En contra de lo que podríamos pensar, Perséfone no fue una mujer infeliz. Hades no sólo la respeto como esposa, algo que escaseaba en el panteón griego, sino que la coronó Reina y Señora del Inframundo. Ella participaba en las decisiones importantes y era consultada cuando surgían dudas en los juicios de los difuntos. Y asumió perfectamente su papel, por eso los autores la llamaban la Reina de Hierro, porque era capaz de discernir las virtudes y los defectos de los difuntos y actuar de forma implacable, objetiva y justa... para bien y para mal. Sin embargo, cuando llegaba este equinoccio, ella volvía a la tierra con su madre, y la Reina de Hierro se transformaba en la Reina de la Primavera, la que trae la vida al aire libre, la que cubre el campo de flores, la que inclina a los animales a aparearse, la que trae una nueva temporada de siembra y cosecha, y que la que hace que su madre Demeter, la Tierra, vuelva a ser fértil.
A mi el Equinoccio de Primavera me parece una auténtica fantasía, porque abre ante nosotros la mitad del año productiva, en la que vamos a volcar toda nuestra creatividad para sembrar, cultivar y cosechar nuestros proyectos. Tenemos que ser como Perséfone, dejad de ser la Reina de Hierro, la que ha hecho un trabajo duro de introspección, para atraer a nuestra vida esa creatividad necesaria para manifestar lo que queremos. Y, además, ¡Qué maravillosa es la imagen de la vasija! Porque ese cambio de ciclo está guiado por Hécate, amiga y compañera de Perséfone, la que cruza el velo y que, para mí, es aquí la Magia en sí misma. Por lo tanto, esta festividad representa la resurrección, un nuevo comienzo, la brillante oportunidad de coger el toro por el cuernos y pasar a la acción porque, como Perséfone al comer la granada, tenemos esa energía fértil dentro de nosotros.