Muy buenas mis queridos tribalistas, aquí vuestra servidora Circe charlando un ratito con vosotros desde la isla de Eea. Os habrá extrañado el título de la entrada... ¿Edad Media? Seguro que estaréis pensando "pero, vamos a ver Circe, ¿Tú no ibas a hablar del mundo antiguo?". Sí, mi propósito sigue siendo el compartir con vosotros el legado mágico de las antiguas civilizaciones del mediterráneo pero, siempre es buen momento para sacar los pies del tiesto y aventurarse por nuevos senderos. Porque con la entrada de hoy lo que quiero es mostraros como en los sitios más insospechados podemos encontrar vestigios de la magia natural, en este caso, en los textos médicos y en la literatura... ya veréis cómo os vais a sorprender. Así que, coged vuestros aparejos para recolectar hierbas porque hoy nos adentramos en la fascinante figura de las parteras, unas mujeres que no sólo atendían partos sino que poseían un importante conocimiento médico y mágico.
Bueno, bueno, bueno, qué emoción
Para empezar, y como no podía ser de otra forma, vamos con una serie de aclaraciones. Todo lo que voy a relataros en esta entrada concierne a la Edad Media en España, así que no lo entendáis como una generalización, ya que los oficios, porque ser partera era un oficio, tienen su propia evolución y consideración según el lugar y la sociedad. Segundo, voy a emplear el término "partera" porque es el que mejor se ajusta a la realidad histórica. Aunque existen otros que se usan con el mismo significado, como "comadrona" o "matrona", en las fuentes medievales éstos también podían hacer referencia a las nodrizas o amas de cría. Por contra, "partera" es etimológicamente inconfundible, SIEMPRE va a designar a una mujer que se ocupa de los problemas de la salud femenina. Y, tercero, vamos a quitarnos ideas preconcebidas. Como he dicho ser partera era un oficio, estas mujeres no ejercían su labor en la clandestinidad, de hecho, en el ámbito rural podían ser la única autoridad médica en kilómetros a la redonda. Así que, esta imagen de la partera que vive escondida de la sociedad, aunque muy idílica para algunos, no corresponde con los hechos históricos. Además, pensadlo, si la partera necesita trabajar para vivir, ¿Le sería útil estar alejada de sus posibles clientes? Pues eso, rien de rien.
Pues tienes razón...
Para no enrollarme mucho, porque podría tirarme días y días con este tema, voy a hablaros de los tratamientos que usaban las parteras en tres situaciones concretas, la histeria, la mujer "cerrada" y la impotencia masculina, para terminar con una serie de remedios mágicos recogidos en textos médicos y literarios españoles de los últimos siglos de la Edad Media. Bueno, empecemos con la histeria, una enfermedad que fue teorizada por los griegos y que pasó a la medicina medieval. En la teoría médica, y resumiendo mucho, el útero (porque histeria viene de hister que significa matriz/útero en griego) es un órgano húmedo, es decir, necesita mantener su nivel de humedad para estar sano. ¿Y cómo se conseguía esto? Pues pensad mal y acertaréis... efectivamente a través del semen. Ahí es nada. Así que ante la falta de vida sexual, el útero se secaba produciendo múltiples síntomas. Y, para que veáis que no soy exagerada, os pongo lo que decía el grandioso Platón de este tema:
"Los así llamados úteros y matrices en las mujeres - un animal deseoso de procreación en ellas, que se irrita y enfurece cuando no es fertilizado a tiempo durante un largo periodo y, errante por todo su cuerpo, obstruye los conductos del aire sin dejar respirar - les ocasiona, por la misma razón, las peores carencias y les provoca variadas enfermedades".
Platón, Timeo, 91
Útero errando por el cuerpo de la mujer... en fin... cuánta imaginación tenía nuestro querido Platón
Obviamente, el tratamiento para la histeria era mantener relaciones sexuales. Vale, hasta aquí todo perfecto. Pero había algunos casos en los que no era posible, como por ejemplo, las religiosas. Y en estas situaciones es dónde entraba la partera. Muchos de los tratamientos que empleaban fueron recogidos por los médicos medievales, tanto musulmanes como judíos y cristianos, pero con la entrada de los estudios de medicina en la universidad en el siglo XIII, la autoría de estas mujeres comenzó a desaparecer, es decir, se citaba el remedio pero no que era empleado por ellas... una apropiación en toda regla. Bien, en uno de estos tratados médicos, Tractatus de Sterilitate, escrito en Marsella en el siglo XIV, recomienda para la histeria lo siguiente:
"Si se trata de una doncella o una viuda que se case (...) evite comer carnes grasientas, no beba vino sin agua y la partera que le meta el dedo en la nariz y que unte suavemente con aceite de opobálsamo y aceite muscelino e introdúzcale hierbabuena con aceite de sauco"
Tractatus de Sterilitate, I, 10.15
Tanto el sauco, como la hierbabuena y el almizcle (principal componente del aceite muscelino) son plantas y sustancias conocidas por sus propiedades expectorantes, pero lo más importante, sus usos mágicos son también las limpiezas y los exorcismos... No me digáis que no es una fantasía, pues esperad, que esto sólo acaba de empezar.
ojipláticos nos has dejado Circe...
El segundo caso donde intervenían las parteras era en el de la mujeres "cerradas". ¿Y qué narices es esto? Pues una de las principales causas de la esterilidad femenina en la medicina medieval, ya que este término hace alusión a aquellas mujeres que no pueden mantener relaciones sexuales, porque "están cerradas"... Originalidad al poder. Como podéis deducir la causa era estrictamente física y las autoridades médicas recomendaban que fuera una partera la que examinará y tratara a la mujer. Y es curioso, porque hasta la ya citada entrada de los estudios de medicina en la universidad, los tratados médicos antiguos y musulmanes otorgaban competencia y autoridad a la partera no sólo para el diagnóstico y tratamiento, sino también a nivel de peritaje judicial. Sí, queridos, en caso de que el marido solicitara la nulidad matrimonial por incumplimiento de débito conyugal, era una partera la que actuaba como perito en el juicio.. ¿Cómo os quedáis? Según Muscio, un médico del norte de África, el procedimiento para tratar a una mujer "cerrada" era el siguiente: la partera usa la vista cuando la membrana crezca en la parte externa, el tacto cuando aparezca en medio de la vagina y el espéculo cuando se sitúe en el orificio interno de la matriz, además debía preguntar a la mujer para qué tenía impedimentos - menstruar, concebir o mantener relaciones sexuales - y después aplicar el tratamiento, rasgar la membrana con un bisturí o extirpar el tejido.
¿En serio? Estas mujeres hacían de todo...
Como os he comentado al principio, podéis comprobar que la figura de la partera no era para nada clandestina, ni ejercía su trabajo al margen de lo establecido, todo lo contrario, durante una buena parte de la Edad Media su autoridad es reconocida por los propios médicos. Y de la impotencia femenina pasamos a la masculina, porque a pesar de estar dedicadas principalmente a los problemas de las mujeres, eso no implicaba que no tuvieran conocimientos de medicina más amplios. A diferencia de la mujer, en el hombre la impotencia podía tener dos causas; la física y la mágica. ¡OJO! No voy a entrar en lo que decían los autores de los tratados inquisitoriales sobre los maleficios hechos por mujeres para robar la virilidad a los hombres, ese discurso ya lo conocemos de sobra y, en mi opinión personal, no se puede construir la historia de la magia y de la brujería solo con aquellas fuentes que la condenaban y perseguían. Una vez más, son los tratados de medicina los que nos citan los remedios dados por las parteras a los hombres para aumentar su potencia sexual: los testículos, la verga o el útero de animales como el toro, el ciervo, la liebre y el zorro. Si os dais cuenta, todos ellos son animales culturalmente ligados a la sexualidad y a la libido... sí, queridos, aquí tenemos una de las magias más antiguas, la magia simpática por ingestión: se come una parte de un animal para asimilar sus propiedades. Pero no sólo habían remedios de origen animal, también vegetal, el más usado era la raíz de orquídea... ¿Alguien conoce los usos mágicos de la orquídea? ¡Bingo! el amor, el sexo y la libido.
¿Qué fantasía es esta?
Pues si todo esto os resulta fascinante, tranquilos, que aún queda. Además de la labor de las parteras, podemos rastrear más prácticas de la magia natural en los textos médicos y literarios. Con respecto a los primeros, ya os lo he comentado antes, cuando la medicina entra a formar parte de los estudios universitarios, la figura de la partera comienza a desaparecer, recogerán sus remedios pero no su autoría. Venga, echemos un vistazo a ver qué encontramos. En el tratado llamado Compendio de medicina, hay una parte titulada "De las dolencias de la mujeres" en la que encontramos dos "recetas" para tener un buen parto:
"Cuando una mujer quiere parir, es muy provechoso tener raíz de verbena, cogida la mañana de San Juan, porque ahuyenta todos los problemas y los fantasmas que le podrían acechar, y además le dan buen reposo.
Para que la mujer tenga un parto rápido, toma raíz de beleño y átala a la pierna izquierda de la mujer, pero procura no hacer el nudo muy fuerte, porque en cuanto hubiera parido debes deshacerlo rápido para que no se le salgan los intestinos, o toma una hoja de laurel, y bien masticada, ponla en el ombligo de la mujer y parirá muy rápido. Esto es bien conocido".
Compendio de medicina, ff. 16r - 16v.
A ver, a ver, a ver... Verbena cogida la mañana de San Juan, raíz de beleño, magia de nudos... ¡¡¡Fantasía crisoelefantina!!! O si no mirad ésta otra para tratar la epilepsia infantil, recogida en el Libro intitulado del parto humano de Francisco Núñez:
"Debes darle a oler la ruda, la asafétida, ponerle en el cuello unas peonias, bien el fruto o la raíz, cogidas en el menguante de la luna, y si se aflige mucho el niño dale un poco de agua de peonia o el cuajo de una liebre con aguamiel, también es útil una liga al cuello siempre que se haga en menguante"
Libro intitulado del parto humano, ff. 163r - 163v.
Ruda y asafétida, hierbas clásicas de los exorcismos y peonias recogidas en LUNA MENGUANTE para erradicar una enfermedad... ¿Qué me decís?
Magia Natural de la buena queridos, disfrútenla
Bueno, y para terminar, como gran colofón, nos vamos a detener en una de las obras más importantes de la literatura española, La Celestina o Tragicomedia de Calisto y Melibea, la cual os recomiendo encarecidamente. Ya sabemos lo que pretendía el autor con esta obra, mostrar uno de los estereotipos más conocidos de la sociedad, el de la alcahueta, y sí, lo hace con una intención peyorativa, pero eso a nosotros nos da igual, porque ya bastantes prejuicios hay en el mundo ¿Verdad?. Pues bien, uno de los criados de Calisto describe a Celestina como "comadrona, lavandera, perfumera, reconstructora de virgos, vendedora de ungüentos y amuletos y hechicera", todo esto, claro está para desprestigiarla, pero, nuestra gran amiga, se enfrenta a él y le dice lo siguiente:
"¿Acaso no recuerdas a tu madre, Claudine? ¡Oh qué graciosa era, oh qué desenvuelta, limpia y varonil! Sin pena ni temor se andaba a medianoche de cementerio en cementerio, buscando aparejos para nuestro oficio, como de día. Ni dejaba cristianos, ni moros ni judíos, cuyos enterramientos visitaba. De día los acechaba, de noche los desenterraba (...) siete dientes quitó a un ahorcado con una tenacillas de pelar cejas, mientras yo le quité los zapatos"
La Celestina, 155 - 156.
Toma zasca en toda la boca, no quieres chocolate, pues toma dos tazas. Porque sí, Celestina es conocida por sus remedios mágicos, y muchas mujeres solicitan sus servicios. Así es el caso de Areúsa, aquejada de histeria, a la que le recomienda la siguiente cura:
"Celestina: de este dolor tan común somos, mal pecado, maestras. Lo que he visto hacer y lo que a mi siempre me funciona te diré. Todo olor fuerte es bueno, así como poleo, ruda, ajenjo, humo de plumas de perdiz, romero e incienso. Recibido muchas veces, afloja el dolor y vuelve poco a poco la matriz a su lugar. Pero otra cosa hallaba yo siempre mejor que todas, pero no te la digo porque me pareces muy santa"
La Celestina, 163.
Señores, pasen y circulen y cierren al salir
¡Qué pícara nuestra Celestina! Sí, sí, la ruda, el ajenjo y el romero están muy bien para desterrar enfermedades, pero lo mejor sigue siendo el tratamiento original... Y voy a terminar con esta definición que da la propia protagonista sobre su oficio:
"Melibea: Vieja honrada, alégrame, que grandes nuevas me han llegado de tu saber.
Celestina: Señora, el gran sabio sólo es Dios, pero, de la salud y del remedio de las enfermedades fueron repartidas las gracias entre las gentes para encontrar medicinas, de ellas por experiencia, de ellas por arte, de ellas por natural instinto, alguna partecica tiene esta pobre anciana, de la cual podrás servirte en adelante"
La Celestina, 248.
Un oficio aprendido por la experiencia, el arte y el natural instinto, si esto no es una maravillosa definición de la Magia Natural, que bajen los dioses y lo vean.
¡¡¡¡ Celestina for president !!!!
Pues nada, acabo de batir mi propio récord de "entradas que se van de las manos" pero, como habéis podido comprobar, el tema lo merecía y con creces. Aquí, queridos, está nuestro legado y, aunque esté bien escondido, debemos honrarlo y saborearlo todo lo que podamos. No os olvidéis de aquellas mujeres y hombres que con su sabiduría perpetuaron un conocimiento tan antiguo como valioso, algunos incluso pueden estar más cerca de lo que pensáis, como en vuestras familias y pueblos. No dejéis que esa sabiduría tradicional se pierda.
Espero que hayáis disfrutado con esta entrada tanto como yo, así que vuestra servidora Circe se despide de vosotros y os manda mucho amor desde la isla de Eea.
No se preocupe Mr. Darcy, a usted también lo tenemos en alta estima
BIBLIOGRAFÍA:
- Núñez, Francisco, Libro intitulado del parto humano, F. A. Campagne, A. M. Brau (eds.), Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1997.
- Platón, Timeo, Biblioteca Clásica Gredos, 2000.
- Rojas, Fernando de, La Celestina. with the translation of James Maabbe (1631), D. S. Severin, (ed.), Aris & Philips, 1998.
- Tractatus de Sterilitate. Anónimo de Montpellier (s. XVI), E. Montero Cartelle (ed.), Universidad de Valladolid, 1993.
- Caballero Navas, Carmen, "El "Libro de Amor de Mujeres" o "Libro del Régimen de las Mujeres", Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos. Sección de hebreo, 48 (1999), pp. 77 - 93.
------- "Fertilidad, embarazo y atención al parto durante la Edad Media", Investigación y Ciencia, 473 (2016), pp. 50 - 51.
- Cabré i Pairet, Montserrat, "Las prácticas de la salud en el ámbito doméstico. Las recetas como textos de mujeres (siglos XIV - XVII), La mujer en la ciencia, historia de una desigualdad, B. Crespo, I. Lareo Martín, I. Moskowich (ed.), Limcon Europa, pp. 25 - 41.
------- "Los saberes de las mujeres en la historia de la ciencia", Comiendo del fruto prohibido: mujeres, ciencia y creación a través de la historia, M. I. del Val Valdivieso, M. E. Martínez Quinteiro, Icaria, 2015, pp. 65 - 101.
- Cabré i Pairet, Montserrat, Ortiz Gómez, Teresa, "Mujeres y salud", Dynamis, 19 (1999), pp. 17 - 24.
- Moral de Calatrava, Paloma, "Frígidos y maleficiados. Las mujeres y los remedios contra la impotencia en la Edad Media", Asclepio. Revista de historia de la medicina y de la ciencia, 64/2 (2012), pp. 353 - 372.
------- "La "mujer cerrada": la impotencia femenina en la Edad Media", Dynamis, 33/2 (2013), pp. 461 - 483.
------- "Magic ir science? What "old women lapidaries" knew in the Age of Celestina", La Corónica, 36/1 (2007), pp. 203 - 235.
------- "Medicinas para amar: cómo recobrar la virilidad según la literatura médica medieval", El Amor en la Edad Media: experiencias e invenciones, E. Varela Rodríguez, G. Boto Varela (eds.), Girona, Documenta Universitaria, 2013, pp. 103 -128.
------- "Sexo, salud y sacramento. Las relaciones sexuales y la salud de las mujeres en la Edad Media", Arenal. Revista de historia de la mujeres, 16/2 (2009), pp. 235 - 262.
MINIATURA DE PORTADA
John Everett Millais, Spring, 1856 - 1859, Lady Lever Art Gallery, Port Sunlight.
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